Las reliquias
En la Edad Media floreció un próspero (y a veces bastante sospechoso) comercio de "reliquias": fragmentos de santos, pedazos de ropa, herramientas santificadas y toda clase de objetos relacionados con figuras religiosas. Se vendían astillas de la "Vera Cruz" —la cruz en la que fue crucificado Jesús— tantas que, según bromas de la época, ¡podrían haberse construido varias cruces completas con ellas!
Dato curioso: el nombre del estado de Veracruz en México proviene de "Villa Rica de la Vera Cruz", fundada en 1519 durante una celebración religiosa de Viernes Santo.
Cada reliquia se engarzaba con oro y piedras preciosas. Recuerdo haber visto en la Catedral de Toledo el dedo de un santo, montado en una estructura de oro más ornamentada que un anillo de campeonato.
Se mencionan también al menos cuatro "santos sudarios", plumas de ángeles como San Gabriel y dedos de santos (a veces, más dedos que santos).
La Catedral de México conserva un Altar de las Reliquias, incluyendo varios fragmentos de huesos, y, claro, una astilla de la Vera Cruz.
El prepucio de Dios
Pero entre todas las reliquias, había una que se llevaba el premio mayor: el præputium Domini, o prepucio de Dios, específicamente el de Jesús. Y no, no es una broma.
Según la tradición, San Juan Bautista habría entregado el prepucio a María Magdalena, aunque otra versión menciona a una anciana hebrea como la custodio original. El dilema teológico era fascinante: si Jesús ascendió en cuerpo al cielo, ¿qué pasó con su prepucio?
Así, se consideraba uno de los pocos restos físicos verdaderos de su cuerpo en la Tierra.
La multiplicación de los prepucios
Durante la Edad Media, varias iglesias reclamaron poseer el "auténtico" Santo Prepucio. Llegó a haber hasta 18 prepucios santos oficialmente venerados, cada uno acompañado de milagros certificados por la fe (y no tanto por la lógica).
El primer prepucio famoso fue presentado por Carlomagno, quien afirmaba haberlo recibido de un ángel. Entre las ciudades que lo reclamaban estaban Le Puy-en-Velay, Santiago de Compostela, Amberes, Besançon, Metz, Hildesheim, Charroux, Conques, Langres, Fécamp, Calcata y Auvernia.
El último prepucio
Con el paso del tiempo y la crítica de la Reforma, los prepucios fueron desapareciendo. El último del que se tiene noticia, el "Santo Prepucio de Calcata", fue robado en 1983. Los ladrones, más que devotos, probablemente buscaban el cofre de oro y joyas donde se encontraba.
Excomunión
Debido a las controversias, en 1900 el Vaticano prohibió toda discusión pública sobre el Santo Prepucio bajo pena de excomunión.
Y no cualquier excomunión: la temida excomunión vitandus, que obligaba a todos los fieles a evitar socialmente al excomulgado.